José Almoína Mateos, Lesmes García Piñeiro y Claudio Domínguez Aguas: Bellezas y Riquezas de Benavente. 77 pp. 21×14,5. Benavente 1934 (Reed. 2005). ISBN: 84-933594-4-0
CONCURSO organizado por el Ayuntamiento de esta Ciudad, con motivo de la celebración de la FIESTA DEL LIBRO sobre el tema: Bellezas y Riquezas de Benavente habiendo sido premiados: Don José Almoína Mateos, Don Lesmes García Piñeiro y Don Claudio Domínguez Aguas.
PRESENTACIÓN
Con la reedición de Bellezas y Riquezas de Benavente, obra miscelánea de varios autores, el Centro de Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo” desea proseguir con la publicación de aquellos libros sobre nuestra localidad que, por su rareza, se encuentran fuera del alcance de la mayoría de los benaventanos.
Corría el año de 1934 y Benavente, como el resto del país, vivía inmerso en las turbulencias sociales y políticas de aquellos años centrales de la década de los treinta. Sin embargo, había también un espacio para la cultura, y en particular para el fomento de las letras y de la lectura. Así, en sesión ordinaria de fecha 23 de marzo, el Ayuntamiento de la ciudad acuerda la celebración conjunta de las Fiestas del Árbol y del Libro, para cuya preparación se convocará un concurso literario, estableciéndose conceder un premio de 300 pesetas al mejor trabajo que se presente sobre el tema: “Bellezas y Riquezas de la campiña de Benavente”.
Además, se acuerda por la Comisión de Instrucción Pública que el trabajo o trabajos galardonados sean publicados y distribuidos entre todos los escolares de la población.
Aquellos libros publicados en el Benavente republicano tendrían idéntico destino que los semanarios locales de la época, que no sería otro que el de la destrucción o el olvido. Como las cintas y escarapelas tricolores que los infantes lucían durante las demostraciones escolares de la Fiesta del Árbol, éstos serían también precipitadamente quemados u ocultados por sus dueños, temerosos quizá de que su mera posesión les pudiese reportar algún disgusto o sombra de sospecha. El descrédito oficial de todo aquello que tuviese que ver con el periodo republicano, y en particular con alguno de sus dirigentes locales, muy en concreto con el escritor y político socialista José Almoína, quien participaba en esta obra colectiva, harían el resto. Tan sólo unos pocos ejemplares, relegados en los rincones del desván o en el fondo de los baúles, han sobrevivido tras muchas décadas de silencio.
El libro que en esta ocasión rescatamos del olvido fue publicado en aquel año de 1934 por el Ayuntamiento de Benavente e impreso en los talleres tipográficos de A. Guerra Hidalgo. Sin duda, ante la calidad de los trabajos presentados, el jurado optó por distribuir el premio y publicar así conjuntamente las creaciones literarias de los tres galardonados. Eran éstos Claudio Domínguez Aguas, Lesmes García Piñeiro y el ya mencionado José Almoína Mateos.
De la biografía del primero de ellos, poco o nada conocemos, salvo su origen benaventano, que él mismo revela al referirse con añoranza a su “Patria Chica”, de la cual declara hallarse ausente. Emotivamente Domínguez Aguas se refiere a su familia como un ¡Hogar y nido de amor infinito!. Precisamente en los padrones de habitantes de la época tan sólo hemos encontrado una familia, residente en la popular calle de Santa Catalina, que responda a los apellidos del autor. Claudio, asomado a la ventana de la nostalgia, nos ofrece en una serie de instantáneas un Benavente entre poético e idílico, recreándose en la descripción de algunos de sus rincones más pintorescos y en el paisaje de sus gentes. Nos muestra así una población de cuya silueta tan sólo descollan las agujas de sus torres y las ruinas de su Castillo, en una paz tan sólo alterada por el silbido de la locomotora y el
trajín de sus mercados de los jueves. Nos transporta en un recorrido a vuela pluma por sus históricos y entrañables barrios de las Estameñas, La Soledad, San Francisco, etc., deteniéndose brevemente en algunos de los edificios más reseñables de aquella pequeña ciudad que no alcanzaba las siete mil almas.
Lesmes García Piñeiro, el segundo de los autores que participan de este libro, nació en La Robla (León) en 1905. Fueron sus padres el conocido abogado y procurador don Juvenal García Fernández y doña Petra Piñeiro. El domicilio familiar se encontraba en el Mazo de Santo Domingo, esquina a la Ronda del Cabildo. Debió de heredar nuestro autor las aficiones literarias de su padre, quien había sido fundador y director de alguno de los periódicos semanales que existieron en Benavente, además de colaborador asiduo de muchas otras de aquellas publicaciones. Como asomado al privilegiado mirador de la Mota, Lesmes recrea al lector con su descripción pormenorizada de lugares tan benaventanos como son: La Montaña, La Ventosa, La Fuente Mineral, La Pradera, Las Huertas, etc. Paisajes y rincones todos ellos también del alma, que actualmente se hallan alterados, cuando no deteriorados por la mano del hombre, y que poco o nada tienen que ver con los hermosos parajes que otras generaciones conocieron.
El último de los autores de esta miscelánea es José Almoína Mateos, quien un año después sería también merecedor de idéntica distinción, aunque en esta segunda ocasión fue galardonado en solitario por su obra: Monumentos históricos y artísticos de Benavente. Bajo el lema: “Como yunque sufro y callo/ por el tiempo en que me hallo”, utilizado también para concurrir con el presente trabajo,
Almoína traza en la mencionada obra una breve semblanza de los principales monumentos de la ciudad. En cambio, en la creación literaria que aquí se incluye, nos describe, sin duda con la maestría de un pintor, una personal visión de los alrededores de Benavente, contemplación particularmente sugerente, y que puede resultarnos a veces bucólica o pastoril. Su paleta repleta de toda suerte de colores y matices, ejecuta con gran riqueza de lenguaje un hermoso canto a la campiña benaventana, deteniéndose también en sus concurridos mercados y en sus ferias inundadas de labriegos y bestiaje. Los ciclos agrarios y sus frutos son presentados como el tributo que la fecundidad generosa de estas tierras ofrecen cada año a su ciudad.
JUAN CARLOS DE LA MATA GUERRA