La Segunda República en Benavente. Radiografía de una ciudad en cambio. ISBN978-84-122457-2-1, 272pp.
 Autor: Fernando Pernía Vega.

Introducción

Ciudad que a unos da ciencia, trabajo a otros y
dinero a no pocos. Decir Benavente es decir vida;
vivir en Benavente es vivir en la ciudad encantada”.

Con estas palabras de alabanza, publicadas en las páginas del semanario Acción, definía a su ciudad en el año 1934 el benaventano Gervasio Calzada.
Lejos de esta visión idílica, la realidad de nuestra villa durante la experiencia republicana (1931–1936) fue mucho más compleja. Como ocurre en todo el Estado, el periodo republicano arrojará luces y sombras y albergará éxitos y fracasos, motivados esencialmente por la delicada coyuntura económica y las tensiones políticas y sociales del momento.
“Es decir vida”. La vida de los 6504 vecinos de Benavente, datos pertenecientes al año 1934, discurría a caballo entre las reminiscencias del pasado decimonónico y los nuevos aires de modernidad que los felices años veinte habían introducido. La ciudad siguió manteniendo sus funciones tradicionales como cabecera de comarca y gozando de su privilegiada posición estratégica. Muestra de ello siguen siendo sus tradicionales ferias, como la de las Candelas, la del Corpus o la de Septiembre, que seguían congregando multitud de vendedores foráneos.
Una vida, la benaventana, que se enmarcaba y desarrollaba en una ciudad donde convivían los vestigios, en la mayoría de los casos, ruinosos, de un pasado lejano, hoy desaparecido –caso de iglesias como las de San Nicolás o Renueva,
conventos como los de Sancti Spiritus, o las ruinas de la antigua fortaleza y de otros monasterios anteriormente desamortizados como San Francisco o Santo Domingo–, con un presente que se intentaba abrir paso en torno a un eje dinámico 12 La Segunda República en Benavente y lineal, que iba desde las inmediaciones de la Soledad (periferia industrial) hasta la Iglesia de Santa María, pasando por la arteria principal de la ciudad, calle Capitán Galán y plazas de la República y Núñez Granés, donde residían las élites socioeconómicas de la villa y se ubicaban los negocios más afamados y rentables.
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